Abrí yo a mi amado;
pero mi amado se había ido,
había ya pasado;
y tras su hablar salió mi alma.
Lo busqué, y no lo hallé;
lo llamé, y no me respondió.
Me hallaron los guardas que rondan la ciudad;
me golpearon y me hirieron;
me quitaron mi manto de encima
los guardas de los muros.
Yo os conjuro, oh doncellas
de Jerusalén,
si halláis a mi amado,
que le hagáis saber que estoy
enferma de amor.
(Cantares 5:6-8)
Mi amado Jesús, solo Tú sabes cuanto te necesito... eres el motor mi vida, eres mi TODO.
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