Cantares 2
Yo soy la rosa de Sarón,
Y el lirio de los valles.
Como el lirio entre los espinos,
Así es mi amiga entre las doncellas.
Como el manzano entre los árboles silvestres,
Así es mi amado entre los jóvenes;
Bajo la sombra del deseado me senté,
Y su fruto fue dulce a mi paladar.
Me llevó a la casa del banquete,Y su bandera sobre mí fue amor.Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas;
Porque estoy enferma de amor.
Su izquierda esté debajo de mi cabeza,
Y su derecha me abrace.
Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,
Por los corzos y por las ciervas del campo,
Que no despertéis ni hagáis velar al amor,
Hasta que quiera.
¡La voz de mi amado! He aquí él viene
Saltando sobre los montes,
Brincando sobre los collados.
Mi amado es semejante al corzo,
O al cervatillo.
Helo aquí, está tras nuestra pared,
Mirando por las ventanas,
Atisbando por las celosías.Mi amado habló, y me dijo:
Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.
Porque he aquí ha pasado el invierno,
Se ha mudado, la lluvia se fue;
Se han mostrado las flores en la tierra,
El tiempo de la canción ha venido,Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.
La higuera ha echado sus higos,
Y las vides en cierne dieron olor;
Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.
Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes,
Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz;
Porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto.
Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas;
Porque nuestras viñas están en cierne.
Mi amado es mío, y yo suya;
El apacienta entre lirios.
Hasta que apunte el día, y huyan las sombras,
Vuélvete, amado mío; sé semejante al corzo, o como el cervatillo
Sobre los montes de Beter.
Hoy mientras conversaba con Dios y le agradecía lo hermoso que es conmigo y con cada uno de sus hijos e hijas recordé que es el término del INVIERNO y el comienzo de la PRIMAVERA (por lo menos en Chile)... entonces comencé a agradecerle por la belleza de Su creación, pues todo lo que Él hizo es perfecto... ¿Han notado lo hermosas que son las flores?... Los tulipanes son alegres y me dan la sensación que siempre tratan de alcanzar el cielo para adorar a Nuestro Padre, siempre están tan derechitos... Bueno y las calas... que flores más elegantes... Perdón el punto no son las flores (pero debo reconocer que los tulipanes y las calas son mis favoritas), conitnúo, mientras adoraba a Dios y agradecía por esta nueva estación sentí como Jesús me cubría con un manto de amor, pero era un amor indescriptible, es como si tu corazón fuera a estallar, pues es tan pequeño para contener el amor de Cristo, fue en ese momento que Él me dice: MI MANTO SOBRE TI ES AMOR... en ese momento guardé silencio y traté de disfrutar al máximo Su presencia. Entonces Él me hace recordar que el Invierno pasó y que las flores de la tierra se han mostrado... Fue entonces cuando comprendí que este cambio de estación es profético, por lo menos para mi vida, pues la lluvia ya se mudó, aquellas situaciones desagradables en el Nombre de Jesús se han ido y el tiempo de la canción ha llegado. Pero para ello primero debí decidir salir de mi escondite y mostrar mi rostro a MI AMADO, pues como ya lo he dicho antes, somos productos terminados, Dios no nos soñó para estar ocultos, con mil capas para que no nos dañen. Muchas veces se nos olvida que en CRISTO SOMOS MÁS QUE VENCEDORES... Wau, Dios no deja de sorprenderme con SU AMOR.
Decreto en el Nombre de Jesús que el Invierno en Tu vida ha pasado y el tiempo de la canción ha venido... Regocijate y canta, oh moradora de Sión; porque grande es en medio de ti el SANTO de Israel. Tu y yo somos más que vencedores, nos cubre el manto de amor de Jesús. Salgamos de nuestro escondite, ya no es tiempo para estar entre los agujeros de la peña, es tiempo de volar.
SOMOS BENDITOS.
Eres mi flor. Te atendí con ternura desde que eras una pequeña semilla. Te regué y te aboné. Estuve a tu lado todos los días de tu vida, cuidándote, proveyendo para tus necesidades y sosteniéndote cuando las cosas se ponían difíciles, cuando el suelo yacía reseco, cuando el sol te abrasaba y cuando los transeúntes pisoteaban tus delicados pétalos y hojas.
